458 - Imágenes y desaforismos - Héctor R. Peña

Son como brasas refrescándose en la laguna. Lentos cisnes de cuello negro navegan su parsimonia cerca de ellos, y gallaretas inquietas no pueden vivir sin zambullirse, emergiendo siempre donde menos se las espera, Son, están, los inefables flamencos, que colorean las primaveras y veranos del sur, La esbeltez y quietud de sus cuerpos, posados en el fondo fangoso e invisible, los hace, acaso, aparecer como finas estatuas vivientes de mármol rosado.  Cuando alzan el lento y majestuoso vuelo, pliegan como con displicencia sus largas y finas patas, atentos los ojos a cielo, agua y tierra. Enigmáticos y silenciosos, son como la contracara de los bulliciosos patos silvestres, que se creen dueños de la laguna y del silencio. Al amanecer, el plumón flamígero anuncia el día; al atardecer, su brillo aterciopelado sostiene el largo cuello interrogativo, que ondula en el aire tibio y silencioso como aceptando la inevitabilidad del ocaso cercano, Es un punto, un instante más, del eterno ciclo, que tiene al flamenco en libertad como un precario símbolo de vida, de armonía y belleza.



Comentarios

Lo más visto